Contemplar la naturaleza o algo bello activa en nuestro cerebro una zona denominada corteza prefrontal, que está relacionada con la calma y la conexión. La observación de la belleza nos hace sentirnos seguros, alegres y con más confianza, ya que reduce el estrés, estimula la producción de oxitocina y se calma el sistema nervioso. El contacto con la belleza activa el hemisferio derecho de nuestro cerebro, el lado creativo y simbólico, fortaleciendo la inteligencia emocional. Nos inclina hacia la serenidad y el bien.

Además, hay estudios recientes que indican que visitar museos estimula los centros de placer del cerebro y, en algunos casos, reducen la presión arterial de los visitantes.
Hoy en día, el conocimiento científico da cuenta de los enormes beneficios que supone para nuestro organismo toda experiencia estética: visitar museos, escuchar música, ir al teatro, o leer no son solo formas de entretenimiento o de pasar el tiempo libre: son también salud física y emocional.

 

Anselm Kiefer, Las célebres órdenes de la noche (Die berühmten Orden der Nacht, 1997)