Ciudad irreal, mil novecientos ochenta y nueve | Mario Merz | Guggenheim Bilbao Museoa
Exposición pasada

Arte europeo reciente

19.10.1997 - 01.12.1999

Durante las últimas décadas el arte se ha caracterizado por un pluralismo estilístico comparable a la diversificación presente en la Europa contemporánea. La diversidad social se ha visto acompañada por la búsqueda de formas de expresión capaces de abrir nuevas vías de experimentación.

A finales de los años 60, se acuñó el concepto de arte povera, que literalmente significa arte pobre, para referirse a un grupo de artistas mayoritariamente italianos que incorporaron materiales poco convencionales —de origen industrial, orgánico y de uso cotidiano— a obras tridimensionales para así subrayar los conflictos entre lo natural y lo hecho por el hombre. Mario Merz, uno de los principales artistas povera, utiliza cristal, tuberías metálicas, ramas, arcilla y tornillos en su Ciudad irreal, mil novecientos ochenta y nueve (1989). Merz ha utilizado desde 1968 la forma semiesférica del iglú —una vivienda provisional— para reflejar su visión del artista que a modo de nómada se traslada de un lugar a otro, mediando entre la naturaleza y la cultura, así como para comunicar su resistencia ante la uniformidad estilística. La instalación Sin título (1988) de Jannis Kounellis también combina deliberadamente materiales industriales como el carbón y el hierro dispuestos en la pared a modo de pinturas. La fusión de materiales orgánicos e inorgánicos simboliza la imprevisible y cambiante naturaleza del significado del arte.


Coetáneamente al arte povera, el earth art o land art (arte de la tierra) mostraba una necesidad creciente de acercarse a la naturaleza aunada a un rechazo por la comercialización del arte. Este movimiento surgió en parte como expresión de la desilusión frente a la sofisticada tecnología de la cultura industrial. Con el earth art, la naturaleza dejó de ser el escenario que proporcionaba un entorno a la obra de arte para convertirse en la protagonista. A lo largo de sus paseos por parajes silvestres, Richard Long dispone madera, piedras y desperdicios en forma de figuras geométricas que luego fotografía con la intención de preservar lo que la naturaleza acabaría deshaciendo. La poética instalación de Long realizada en un espacio interior, evoca las acciones que el artista ha realizado sobre diversos terrenos. Long coloca las piedras creando formas que recuerdan a los jardines japoneses o, quizá, a ciertos rituales primitivos.

La instalación de Christian Boltanski está realizada a base de bombillas y fotografías de personas anónimas mediante las que el artista explora temas tan universales como la muerte, el tiempo y la memoria. En Humanos (1994), Boltanski evoca el ambiente de los pequeños teatros e iglesias que con sus luces y sombras suscitan en el espectador una silenciosa admiración y una punzante sensación de pérdida y ausencia.

Enzo Cucchi, generalmente vinculado a la transvanguardia italiana, realiza cuadros apocalípticos en un estilo figurativo o, como en El gran diseño de la tierra (1983), utiliza materiales como madera y hierro con claras referencias al arte povera. Gilbert and George son dos artistas que independientemente del medio que trabajen, recurren a sus propias personas como material artístico. En sus fotocomposiciones, realizadas en un estilo hierático que parodia el arte de las vidrieras, tratan —no sin falta de humor— temas tan actuales como la homosexualidad, los conflictos raciales o la violencia.

 

Mario Merz
Ciudad irreal, mil novecientos ochenta y nueve (Città irreale, Millenovecentottantanove), 1989
Cristal, espejo, tuberías de metal, ramitas, caucho, arcilla y tornillos
5 x 12,8 x 9,9 m en total
Donación del artista, 1989
Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York

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